Entrevista en El Diario Montañés.
Miguel Ángel leyendo un párrafo del libro.
Firmándome el libro.
Por suerte, esta vez he podido asistir a la presentación de su último libro, el tercero que completa la trilogía “Vieja amiga oscuridad”: “Alicia en el país de la alegría”, “Vamos a contar mentiras” y “Los sonidos del silencio”.
La presentación corrió a cargo de Gustavo Moral, maestro y músico de reputado prestigio y que, como hijo suyo que es, tiene el privilegio de ser el primer lector y crítico de todo lo que ella escribe, aunque sea un privilegio compartido con Miguel Ángel, esposo y padre respectivamente, quien leyó un fragmento de esta última entrega.
Acompañaron en la presentación Rosa Pereda, Ana García Negrete y Guillermo Balboa, quienes comentaron, en ese orden, cada uno de los tres libros que forman la trilogía, todos ellos prologados por J.R. Barat y editados por Lastura.
En el primero de ellos Alicia, la protagonista, es una niña, en el último ya una mujer. Los tres libros recorren cronológicamente en forma de ficción-realidad unos hechos que marcaron la historia de un país y de millones de familias que, como la de Alicia (Nieves) el destino les reservó estar en el lado y el pensamiento político contrario al del bando sublevado contra el régimen legalmente establecido, como era la república. Es decir, le tocó estar en la parte de los vencidos.
Justamente, el día anterior a la presentación del libro de Nieves, asistí en el cine del Centro Cultural La Vidriera, de Maliaño, a la proyección de “El maestro que prometió ir a ver el mar”. Cuando Nieves habló de su padre me recordó a ese maestro, ejemplar, adorado por los niños y niñas por su generosidad y entrega cuando los “camisas azules” obtuvieron de boca del alcalde y el cura del pueblo la calificación de “rojo”, “ateo” y “antipatriótico”, suficientes argumentos para torturarlo y darle el “paseíllo”. Su cuerpo aún sigue sin aparecer.
En el caso de su padre, muy querido y apreciado aún hoy en su pueblo de Ávila por lo gran persona, bueno y generoso que fue, llegó a ser trasladado para trabajar en la construcción del Valle de los Caídos, además de pasar por varias prisiones, porque el guardia civil con el que jugaba la partida cada día en el bar del pueblo firmó un certificado diciendo que era “rojo” y una persona peligrosa, con todas sus consecuencias. Pura historia de la España de la posguerra
Este libro, como los dos anteriores, son y no son autobiográficos. Son autobiográficos en tanto en cuanto que en los personajes de ficción están presentes gentes reales, familiares, entre otros y no lo son (autobiográficos) porque hay partes que ella y su familia no vivieron pero que le han sido contados por terceras personas reales que lo hicieron o se basan en los múltiples documentos consultados en su ardua tarea de investigación en los archivos militares de Ávila. Pero todos los hechos que se narran han ocurrido realmente.
Fueron múltiples las tristes “anécdotas”, emocionantes, emotivas, comentadas por Nieves en su presentación respecto a sus vivencias familiares en aquellos tiempos oscuros, en blanco y negro. Cómo los vencedores se ensañaron con los vencidos una vez acabada la guerra. Un tiempo en el que ese medio país, por miedo, decidió estar en silencio para evitar que los grises, la guardia civil o la secreta llamase a su puerta. De ahí el título de “Los sonidos del silencio”, que hablan, precisamente, de lo que no se podía hablar.
Podría considerarse, quizás sin pretenderlo, o sí, una novela histórica.