Vidas Maestras 2020
Consejería de Educación. Gobierno de Cantabria
Consejería de Educación. Gobierno de Cantabria
Artículo escrito para el libro "Vidas Maestras 2020" de la Consejería de Educación del Gobierno de Cantabria.
“La enseñanza que deja huella no es
la que se hace de cabeza a cabeza,
sino de corazón a corazón”.
Howard G. Hendricks
Nací en Vigo, donde viví hasta que, teniendo yo cuatro años, mi familia se traslada a Maliaño por motivos de trabajo. Allí dejamos casa y familiares, cuyo contacto retomaríamos cada verano...
Mi primer contacto con una escuela la tuve con 5 años, en el mismo rellano de la escalera, puerta con puerta, donde un pequeño grupo de chiquillos aprendimos a leer, escribir y a hacer cálculo en casa de nuestra vecina Mari.
La escuela “Nacional” estaba al cruzar la calle, tan cerca que cuando me retrasaba desayunando una de las profesoras subía a casa a buscarme.
Posteriormente, desde los 8 a los 11 años asistí a la escuela situada entonces en un edificio junto a la tienda de “Villalobos”, hoy Covirán. De ahí, mi único recuerdo es verme en fila con todos mis compañeros y la larga regla de madera que el maestro nos estrellaba contra las palmas de las manos o las puntas de los dedos si hablábamos o no respondíamos sus preguntas. ¡Qué tristeza!
BACHILLER
Con 11 años comencé 1º de Bachiller en el ya desaparecido Colegio Hispano, de Muriedas. Cada tarde de los jueves nos proyectaban una película, con introducción previa y posterior coloquio. Una filmoteca en toda regla en aquellos años. De ahí guardo un gran recuerdo de los profesores y de jugar con los compañeros a las canicas, las chapas y al “dólar”, con un palo afilado que clavábamos en la tierra y utilizando pequeñas piedras en lugar de monedas.
El 2º curso lo hice en el Instituto del Pesquero donde recibí clases de religión del gran Alberto Pico, que hoy da nombre al Instituto. Allí me enfrenté por primera vez al potro y al plinto, mi pesadilla. Jamás hice las paces con semejantes aparatos. Cada día viajaba en el trolebús de Astillero, en el piso de arriba, si coincidía el de dos pisos. Recuerdo el botón blanco y rojo con el texto“PUSH ONCE” que había que pulsar en el piso de arriba (en el de abajo era un simple cable) para indicar al conductor que parase en la próxima parada. El nulo inglés que sabía entonces me hizo creer -aunque me extrañaba- que decía “pulsar once (veces)”; la bronca del conductor el primer día me sirvió para no olvidar nunca su significado. Esta anécdota solía contarla luego a mis alumnos de inglés en el momento oportuno.
En esa época mis padres solicitaron una beca a las Mutualidades Laborales. Tuve que pasar un examen de nivel para obtenerla. Nos convocaron en el nº 32 de la calle Isabel II. Ese día mi padre pasó las horas previas haciéndome preguntas que se le iban ocurriendo de geografía, de historia, de matemáticas y que, casualmente, alguna de ellas cayó en la prueba.
UNIVERSIDADES LABORALES
Hice 3º de Bachiller en el curso 1969/70 en la Universidad Laboral de Cheste, macrocomplejo educativo de arquitectura vanguardista recién construido por el arquitecto Fernando Moreno Barberá. Impresionante ciudad formada por veintiocho edificaciones y dos grandes piscinas sobre un solar de 1.500.000 m2 (en 2010 se segregan casi 361.000 m2 para construir el Circuito de Velocidad de Cheste) creada y perfectamente organizada entonces para albergar a cinco mil alumnos de 1º a 4º de Bachiller. El método de enseñanza utilizado se basaba en las líneas generales del método Montessori, con fichas por colores, de dificultad progresiva, que trabajábamos autónomamente o en grupos en el cuaderno de trabajo a partir de la explicación inicial del profesorado, y que retomábamos al día siguiente en el punto que habíamos quedado. Las consultas e investigación las realizábamos en las bibliotecas de aula y de las residencias (no existían los ordenadores, claro). Absolutamente innovador en esa época. El pasado año celebramos el 50 aniversario y pude reencontrarme con compañeros y profesores de entonces.
Mi interés por la electrónica hizo que el siguiente curso no cursase 4º de Bachiller y viajase a la Universidad Laboral de A Coruña, donde estudié los tres años de Oficialía Industrial Electrónica. Allí pude desarrollar mi afición por el cine y la música y en esos años formé parte del cineclub, de las audiciones musicales semanales y del coro y rondalla con el que viajé a Portugal y a distintas ciudades españolas.
Al terminar Oficialía recibí una oferta de Telefónica para trabajar en su fábrica de teléfonos de Toledo. Pero preferí cursar estudios universitarios, así que allí mismo hice Pre-COU y luego COU en la Laboral de Gijón; 270.000 m2, de estilo clasicista, especialidad del arquitecto Luís Moya Blanco, con capacidad para 3.000 alumnos, hoy sigue siendo el mayor edificio de España, tres veces el Escorial, siendo la torre de la iglesia el edificio de piedra más alto de España, y su cúpula elíptica única en el mundo. La película “Fuga de cerebros”, entre otras, fue rodada allí simulando ser la universidad de Oxford. Ahí formé parte de la Tuna y del grupo Folk “Tradición” que formamos, con gran éxito de actuaciones por Asturias.
Tengo un gran recuerdo de los profesores y de cómo impartían sus asignaturas, especialmente de las clases de Filosofía. Al comenzar cada trimestre se sorteaban ciertos temas del programa entre nosotros y cada uno disponía de un tiempo de preparación. La gran extensión de algunos temas prolongaba enormemente las horas de trabajo y consulta en la biblioteca. Una vez finalizado y supervisado por el profesor lo pasábamos a máquina y él lo fotocopiaba para el resto de alumnos, formando parte de los apuntes para el examen correspondiente. Cada uno tenía que defender su trabajo el día programado, exponiéndolo en clase y contestando preguntas de los compañeros y del profesor. Se le daba gran importancia a la oratoria en las exposiciones orales. Esa metodología, de gran participación de los estudiantes en la investigación, preparación y desarrollo de las clases, fue lo que empezó a fraguar en mí el gusto por la enseñanza.
UNIVERSIDAD DE CANTABRIA
Promoción del 78. Compañeros de Magisterio de la especialidad de Filología en la puerta de la sede de la calle Cisneros.
Con la beca de las Mutualidades Laborales realicé los estudios de Magisterio en la Escuela Normal de la calle Cisneros -hoy sede de la Escuela Oficial de Idiomas- en la especialidad de Filología Inglesa, e Inglés en el Instituto Universitario de Idiomas de la UC (entonces en el edificio del Paraninfo de las Llamas), donde conocería a la que hoy es mi mujer.
Guardo gratas y numerosas anécdotas y recuerdos de todos los profesores y compañeros de especialidad. El grupo Folk “Marejada” que formamos también dio sus frutos con actuaciones interesantes por la provincia.
ALFABETIZACIÓN
Mi primer contacto con las aulas como profesor lo tuve en El Ferral del Bernesga, León, durante el campamento del servicio militar en el CIR Nº 12, dando clases de alfabetización a soldados provenientes de las zonas más deprimidas del país. Antes de jurar bandera consiguieron leer y escribir las primeras cartas a sus novias y familias. Su agradecimiento, a cambio, fue compartir conmigo la butifarra, el jamón o aquello que les mandaban sus familias o invitarme a un pollo asado con patatas en la cantina del cuartel. También tuve que formar parte del tribunal en el examen para la obtención del Título de Graduado en EGB al que se presentaron cientos de soldados en una nave habilitada para ello. Fueron momentos que reafirmaron mi vocación de maestro.
Maestros de la Unidad de Alfabetización del C.I.R. nº 12. El Ferral del Bernesga, León.
El servicio posterior en las oficinas del ISFAS (Instituto Social de las Fuerzas Armadas) de Oviedo y luego en Administración del cuartel “Príncipe nº3" me supuso un gran aprendizaje en cuestiones administrativas y protocolarias que luego me fueron extremadamente útiles para la puesta en marcha del Colegio Profesional de Logopedas de Cantabria del que fui Decano desde su constitución en 2005 hasta 2013. Y es que los dos años de estudios de especialización en Audición y Lenguaje en la Universidad de Cantabria, patrocinado por UGT para maestros en activo, y mi posterior habilitación como logopeda, fue lo que marcaría desde el año 2000 una nueva etapa en mi vida docente y profesional hasta el momento de mi jubilación.
MI COLEGIO
Nada más finalizar el Servicio Militar comencé a trabajar durante un curso a media jornada de tarde en el Colegio Público Pedro Velarde de Muriedas como profesor de Música, sustituyendo la baja por maternidad de su profesora, con quien luego coincidiría en cursos de verano y otros encuentros musicales en los años posteriores. En ese momento la asignatura de Música no estaba reglada y era la APA quien nos pagaba por dar una hora semanal a todos los cursos de la EGB. La otra media jornada de mañana de ese primer año de ejercicio (a partir del siguiente ya sería completa) la tenía en el colegio (entonces aún no concertado) María Reina Inmaculada, de las HH. Josefinas Trinitarias de Santander, donde he pasado toda mi vida laboral: cuarenta años.
Cuarenta años en un colegio de una línea, en el que he podido participar en su continua transformación, desde la etapa EGB hasta su ampliación desde Infantil a ESO. Desde los diez profesores de entonces hasta los treinta actuales. El interés y esfuerzo por dar siempre una enseñanza que le distinguiera, dio como fruto la concesión del Premio Nacional a la Calidad en la Educación en 2001 y contar actualmente con el certificado de calidad ISO 9001.
Cuarenta años de docencia acompañado y apoyado por el equipo directivo y el profesorado, compañeros de entonces que ya no están y los que siguen estando; los que cambiaron de destino y los muchos que se han ido incorporando. Una Dirección preocupada y ocupada en la innovación tecnológica y los métodos de enseñanza más eficaces. En estos años también he tenido en clase a muchos hijos de antiguos alumnos y a alguno que otro nieto de aquellos que tuve de octavo de EGB en los primeros años ochenta. ¡Me parece mentira!
Recuerdo gratamente algunas actividades entre las muchas realizadas en todos estos años: la instalación del primer aula de informática con aquellos ordenadores de pantalla verde o gris, sin disco duro y con disquetes de 5 1⁄4” y las clases que recibimos de programación en DOS para poder manejarlos; la semana de los medios de comunicación en 1986 coincidiendo con el centenario de la congregación, en la que tras visitar los estudios de RTVE realizamos en el colegio un programa conmemorativo de tv y uno de radio con los alumnos mayores; el curso de “Lenguaje Cinematográfico” realizado en Caja Cantabria con los alumnos de octavo de EGB del que salieron un par de películas en “súper 8”, para lo que hubo que comprar la cámara, el montador de películas para cortar y pegar el celuloide y un proyector para verlas; o aquellas clases de “Pre-tecnología”, continuación del proyecto “Inventar en la Escuela”, fruto de nuestro trabajo en el seminario del CEP. Y, cómo no, la ampliación de otra planta en el colegio para impartir 3º y 4º de ESO, añadiendo, además, un salón de actos, mi ansiada aula de Música y el Departamento de Orientación.
2006. Roma. Congreso de la ECONS. Representantes de centros de Cantabria.
Igualmente, el viaje a Roma representando al colegio en el Congreso Internacional de Consumo ECONS en 2006; o más recientemente los cortometrajes realizados por los alumnos de sexto de Primaria, resultado de las horas de informática y comunicación audiovisual que dimos.
Guardo especial recuerdo de mi participación en el Proyecto Comenius en 2002, con colegios de Alemania, Irlanda y España. La relación con los profesores participantes fue magnífica y aún hoy se mantiene con algunos. Mi estancia en Kassel, colaborando en las clases del Wilhelm Leuschner Schule, me supuso un gran reto y un enorme enriquecimiento como docente y como persona.
En el recorrido que me programaron como complemento a mi estancia pude visitar, entre otras cosas, las casas de Goethe, Schiller, Liszt o el Brauhaus Knallhütte, el pub donde escribían sus cuentos los hermanos Grimm, cuyas fotografías y escenas están por todas sus paredes. Igualmente, la visita al campo de concentración de Buchenwald y a la celda en la que estuvo Jorge Semprún, permanecerá siempre en mi memoria.
Y no olvidaré las Semanas Culturales anuales, las divertidas comidas y cenas del claustro y las fiestas de Graduación de los alumnos de ESO, con karaoke incluido.
La COVID-19 me introdujo en las video-clases y los apoyos on-line al final de mi etapa, y siento que el confinamiento no me permitiera despedirme de alumnos y compañeros con un fuerte abrazo.
Dirección y compañeros del Colegio María Reina Inmaculada en mi despedida al final de curso y de mi vida laboral.
AGRADECIMIENTOS
Mi agradecimiento eterno a mi mujer y mis dos hijos, por tantos y tantos días que falté de casa por asistir a los seminarios de Música, de Pre-tecnología (del que nació el libro para docentes Inventar en la Escuela [Editorial La Torre], de Logopedia, ESVECA (Escuela de Verano de Cantabria) ... sin olvidar mis años de dedicación al Colegio Profesional de Logopedas de Cantabria y a la consulta de Logopedia.
Y a la Dirección y compañeros del colegio MRI y a los antiguos alumnos, que años después algunos siguen llamándome para tomar unas cañas.
Toda una vida...
Alfonso Cortés Vigo
[Escrito en diciembre de 2020]
27 de abril de 2022. Acto del Día del Docente. Entrega de los libros "Vidas Maestras 2020" y Vidas Maestras 2021" y otros obsequios. Homenaje a los jubilados en 2020 y 2021 en la Sala Pereda del Palacio de Festivales de Cantabria, en Santander.
[Agachados, 3º por la izquierda]